miércoles, 28 de mayo de 2014

Hace rato que quiero plasmar en letras algo que, mi cabeza y corazón, vienen maquinando... Sucede que cuando uno está ocupado en algo, y ese algo verdaderamente le gusta, no hay tiempo para otras cosas. Pero esta noche dije no, le dije que no a las cosas que me retrasan y decidí quedarme un rato antes de irme a dormir para escribir esto.
Y así fue como lo hice, me quedé un rato antes de irme a acostar para contarles algo que, mi cabeza y corazón, vienen pensando hace rato.
Y no se trata de ninguna historia de amor ni nada por el estilo, mi corazón, todavía, no quiere tener ningún tipo de aventura. Se trata de una historia que empezó hace algo menos de doce años cuando yo iba a la palestra a practicar escalada deportiva y sin darme cuenta me preparaba para escalar un muro bastante empinado... Claro, tuve mi accidente y ese fue el empujón que me faltaba para empezar a hacerlo.
Al principio todo era muy difícil, recuperar al 100% la voz después de un traumatismo no es fácil, mucho menos volver a pararme, mucho menos volver a caminar; pero lo hice, superé ese muro... Hace más o menos cuatro años iba a rehabilitación por el simple hecho de ir, no veía progreso y me sentía estancado, no le veía futuro a la cosa, no le veía el sentido a seguir haciendo siempre lo mismo y obtener el mismo resultado. Entonces empecé a buscar, buscar sin encontrar, buscar volviendo siempre al mismo lugar, la cosa era encontrarle la solución a mi problema, una solución definitiva, si la había...
Hasta que un día (Enero 2013), yo estaba en Buenos Aires y hablé por teléfono con mi hermana Nina, ella me contó que había conocido a un tipo que había descubierto una forma de repolarizar las neuronas, ahí fue cuando me cayó la ficha, el daño cerebral (en mi caso) NO es irreversible, existe una forma de devolverle a la célula nerviosa (Neurona) la capacidad para transmitir correctamente una señal! Y empecé a correr un par de escombros y ver la luz.
En septiembre de ese año me estaba yendo a Santa Rosa de La Pampa para probar éste método, que consiste, básicamente, en que te inyecten un químico con alto nivel energético en la carótidas (arteria que irriga sangre al cerebro).
Después de idas y venidas con ese médico terminé haciendo el tratamiento con un Doctor acá (Córdoba). El resultado: Óptimo, estoy empezando a sentir menos espasticidad en el cuerpo, a dormir mejor, a hacer cosas que antes no hacía. Retomé rehabilitación y estoy ganando masa muscular en las piernas, me estoy pudiendo arrodillar (cosa que antes me era imposible debido a que apenas mi rodilla tocaba el suelo se me extendía la pierna y allá iba yo!)... Y debido a ésto (sobre todo a que duermo mejor), estoy haciendo más actividades! Dar clases de foto en Las Varillas, hacer un curso, ir a rehabilitación, juntarme con un amigo a grabar, trabajar... Entre otras...
Hoy siento que la vida me quitó mucho, pero fue para prepararlo y dármelo de a poco, porque así como lo venía tomando era muy apresurado...
Y siento más que nada una alegría tremenda por estar logrando mis objetivos, objetivos que yo jamás me hubiera puesto! Pero me los puse porque vi que la vida vale la pena y decidí correr esos escombros para ver la luz al fondo de la cueva, para probar y comprobar que, a pesar de todo, se puede seguir y vale la pena hacerlo!
Son la palabras que mi cabeza y corazón querían que yo escriba, ustedes lean y la vida continúe...
Muchas gracias!